El sonido al cierre de la puerta y el salto espantado del gato anunciaron su llegada. Mi madre había vuelto de su viaje a la selva. Dejó la maleta en el piso y avanzó, sólo con unas bolsas llenas de cachivaches, quejándose de lo sucia que estaba la casa y los pelos del gato en sus sillones y porque no abría las ventanas. Yo sólo volteé los ojos en señal de hostigamiento, añorando los días de paz y silencio que hasta ahora, había disfrutado. Además, mientras me contaba su exótico paseo, se quejaba del calor, de la lluvia extenuante, de la apatía de su comadre (con quien había ido), de la antipatía de la hija de su comadre, de lo poco que pudo visitar por los caminos enlodados, de los terminales, de los buses y ...uf.
Yo, la escuchaba desde la cocina, donde intentaba preparar una especie de arroz chaufa, que más parecía arroz árabe. Después de llenar la mesa con coloridos souvenirs entre los que se encontraba una llavero rectangular hecho de una "siqui sapa" (hormiga gigante) cubierta de alguna resina transparente y una botella de uvachado, tomó su escoba y se dirigió a la puerta. El ritmo acompasado de la pareja se paseó por toda la casa levantando una nube de polvo que terminó en la cocina. Luego se lavó las manos y sacó carne del refrigerador para prepararse una comida decente, no el arroz chaufa-árabe que su hija experimentó en la cocina. Yo busqué al gato, asustado bajo la mesa, miré a mi madre y me fuí a mi cuarto pensando que sería de nosotros sin ella.
Tú eres una cuchiruna siquisapa (recuerdas tus clases de quechua?)
ResponderEliminarmadres navideñas privadas de útero...
ResponderEliminarMadres capricornianas y encima nacidas en noche buena...que bah!!
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