Se le ha visto correr tras el asfalto amarillo del ocaso
llevaba una pluma sestada en el cabello
una pluma negra arrancada a la tristeza
que es un ave vieja y somnolienta
Iba sin manos
y sin la memoria de haberlas empeñado
por un plato de anhelo
por una cama espesa de sueños nuevos
Iba sin dejar rastro
como un bicho insignificante
arrastrado por la brisa
No volverán a encontrarla
No lo harán